El tango de la guardia vieja

Si tengo por costumbre cada vez que voy al cine escribir una especie de crítica sobre la película que he ido a ver, no hago eso con los libros que leo, que son muchos más que los film que veo. Así que ya toca hacer un hueco en este blog a una de mis grandes pasiones: la lectura. Allá voy, con una novela de Arturo Pérez-Reverte, como estreno. Concretamente, la última novela del autor, El tango de la guardia vieja. No decepciona el escritor y académico de la lengua en esta historia de amor turbio y muy particular a lo largo de la primera mitad del siglo XX entre dos personajes extraordinariamente bien construidos: Max Costa y Mecha Inzunza

Tan redondos, tan bien elaborados, tan magistralmente retratados que son de esos que quedan en la memoria. Personajes imborrables para quien ha tenido el placer de sumergirse entre las páginas de este libro que narra una historia de amor, nada convencional, eso sí, en tres tiempos. Personajes potentes sumados al estilo habitual de Pérez-Reverte, a su minuciosidad escrupulosa para recrear ambientes hasta el más mínimo detalle y una narración sensacional, probablemente una de las mejores novelas del autor. Si no la mejor. Sus incondicionales, entre los que me incluyo, tenemos una larga lista ya de obras de este autor con las que hemos disfrutado. Todas con muchos alicientes que la hacen únicas, atractivas. El tango de la guardia vieja entra de lleno en la selección de las mejores. 

Buenos Aires, 1928; Niza, 1937; Sorrento, 1966. Estos los tres escenarios, los tres tiempos en los que transcurre la novela. Así, vemos  al joven  Max Costa como un "bailarín mundano" a bordo de un barco con destino a Buenos Aires, el Cap Polonio, en el que conoce a Mecha Inzunza, que viaja a la ciudad argentina junto a su esposo, Armando de Troeye. Es un importante compositor que busca componer el tango perfecto para ganar una apuesta con otro músico. El tango como estilo musical, como arma de seducción, como escenario perfecto para albergar el nacimiento de esa historia peculiar de atractivo físico, amor, recelos y juegos extraños entre los dos protagonistas.El papel que juega el baile argentino en esa parte de la novela, con resonancias del tango durante toda la novela, como maravilloso hilo conductor, es el que desempeña en la historia de Sorrento, en 1966, el ajedrez. Allí el hijo de Mecha jugará un importante campeonato ante un ajedrecista soviético. Antes, en Niza, los dos personajes se encuentran por segunda vez con una historia de espionaje relacionada con la guerra civil española de fondo. 

De esta forma, la novela pasa por distintas épocas del siglo XX como la guerra civil española o la guerra fría. Quizás estamos ante la novela más intimista de Pérez-Reverte. Hay también aventuras, como en otros de sus libros, pero en este caso la relación peculiar de Max y Mecha llevan todo el peso de la trama. Él, un apuesto buscavidas lleno de picardía, pero también de señorío y elegancia ; ella, una mujer muy atractiva e inteligente. En un momento de la novela el autor dice, por boca de Max Costa, que Mecha es de esas mujeres que te hace sentir lástima por los hombres a los que nunca una mujer como ella miró a los ojos de la forma en que Mecha Inzunza le miraba a él; una mujer de esas por las que los hombres habían provocado guerras y enfrentamientos durante siglos. Los dos están muy bien perfilados en la novela y tiene ambos una personalidad fuerte, de calado. Dos grandes personajes. Con maestría está narrada también la historia y de forma muy acertada intercala el autor  los tres tiempos y escenarios en los que se desarrolla la historia. Primero compaginando el comienzo de todo, en los años 20 en Buenos Aires, con el presente narrativo (Sorrento, 1966) y después introduciendo la historia en la costa francesa a finales de la década de los 30 del siglo XX.

Es una novela sobre la madurez, ha dicho Pérez-Reverte en la promoción de esta obra. Consta en el libro que empezó a escribirla en el año 1990, pero como él ha declarado ante los medios, notó que le faltaban canas, que es de esas historias que sólo se pueden construir cuando se alcanza una cierta edad. Ese tono reposado, a veces algo melancólico y de cierto escepticismo que dan los años (tan propio del autor, por cierto) con el que Max  Mecha se reencuentran en Sorrento décadas después de conocerse, hace comprender al lector estas afirmaciones del escritor. Hace tiempo que Pérez-Reverte (del que he leído todas sus obras) me tiene ganado para la causa y su última novela no hace sino acrecentar mi interés y admiración por sus novelas. De esta destaco todo: los personajes, la creíble y detallada construcción de los ambientes, esos maravilloso diálogos y un puñado de pasajes que te hacen entrar de lleno en la historia. Leyendo El tango de la guardia vieja he conocido el tango original, más sensual y pegado que el domesticado tango actual; he viajado por Niza y he entrado de lleno en intrigas con la Unión Soviética de fondo; he visto bailar a Mecha Inzunza y a Max Costa un tango y, naturalmente, he escuchado esa composición. Si les gusta la buena literatura, no lo duden. Esta obra no les defraudará. 

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