Lampedusa nos pone frente al espejo

Enorme conmoción mundial por la tragedia que ha costado la vida a al menos 200 personas que intentaban alcanzar la isla italiana de Lampedusa a bordo de una barcaza repleta de sueños con una vida mejor. 500 ciudadanos eritreos y somalíes buscaban llegar a Europa y hallaron la muerte, al parecer por un incendio en la embarcación con el que trataban de llamar la atención para pedir socorro. Desde 1990, más de 8.000 cadáveres han arrojado al mar la tragedia de la injusticia y la desigualdad. La enorme magnitud de la tragedia llena portadas y nos sacude con fuerza y desgarrador dolor. Pero es importante saber que esto es un goteo incesante de muertes. "El mar está lleno de muertos. Venga aquí a mirar el horror a la cara. Venga a contar los muertos conmigo", le dijo la alcaldesa de Lampedusa, Giusi Nicolini, al primer ministro italiano, Enrico Letta. Quien sí visitó la isla, de hecho en su primer viaje fuera de El Vaticano, fue el papa Francisco, quien habló en esa visita de "la globalización de la indiferencia" para censurar la actitud de nuestra sociedad ante los que llamamos "inmigrantes ilegales". Ayer reaccionó a la tragedia calificándola de "vergüenza". 

Unas pocas horas antes de la tragedia, había llegado a las costas de la isla de Lampedusa otra embarcación con 463 personas a bordo. Y probablemente hoy llegará otra. Y así seguirá. Las mafias que trafican con seres humanos no encontrarán impedimento alguno a su vil actividad, mientras que el mundo "desarrollado" mirará para otra parte, ajeno por completo a este drama. Lo ocurrido ayer en Lampedusa nos golpea y nos pone frente al espejo. Vemos una sociedad egoísta e injusta. Apreciamos a un mundo con tremendas desigualdades. En resumen, dramas como el de ayer, y sobre todo nuestra escasa preocupación para evitarlos, nos muestra lo peor de nuestra sociedad. Lo feo y loco que es un mundo en el que los convivimos sin aparente dilema moral con personas que se juegan la vida en una barcaza en precarias condiciones para llegar a Europa y allí buscar un trabajo con el que poder llevar una vida digna. 

Europa, ese bello y humanitario proyecto de paz, convivencia y solidaridad, se resquebraja no sólo en lo económico o lo político, que ciertamente es lo de menos cuando estamos hablando de sufrimiento y muerte de seres humanos. Europa falla en la respuesta a esta terrible tragedia. Lleva muchos años fallando. Siempre lo ha hecho. Ningún dirigente europeo pone como prioridad la atención a las personas inmigrantes que llaman a las puertas de entrada a Europa como Lampedusa, nadie combate como es debido a las mafias que comercian con seres humanos, nadie llama a una acción conjunta y convincente para ayudar a estas personas y evitar futuras tragedias como esta. Es una situación muy incómoda y violenta para todos. Responsables políticos y ciudadanos de a pie. Porque aquí sólo quedan dos opciones. O miramos para otro lado (como hemos hecho hasta ahora) ante esta inhumana situación que sufren miles de personas, o actuamos. No hay más. O decimos "pobrecitos" al ver la noticia en la televisión y luego seguimos con nuestra vida materialista y egoísta, o damos un paso adelante e intentamos poner nuestro granito de arena para que esto no suceda. No vale lamentarse. Hay que trabajar por que no prosiga este incesante goteo de muerte de hombres, mujeres y niños que buscan llegar a Europa, tierra de oportunidades, y encuentran la muerte en su viaje infernal.

Lampedusa nos pone frente al espejo también por la actitud que, según parece, tuvieron varios barcos pesqueros que presenciaron el incendio en la embarcación y no hicieron nada por ayudar a sus ocupantes. Tal vez no vieron a personas, a seres humanos sufriendo en una situación límite, sino que sólo vieron a "ilegales". La enorme perversión del lenguaje provoca estas cosas. A veces incluso tratamos este asunto como un problema para los países receptores. Deshumanizamos al máximo a las verdaderas víctimas de esta tragedia. Recuerdo, por ejemplo, titulares recurrentes sobre "asaltos de inmigrantes" a la valla de Melilla. O informaciones en las que parece que no estamos hablando de personas con rostro e historias tras de sí. Sólo de "ilegales". Tal vez deberíamos empezar por ahí. Si tanto nos ha impactado esta tragedia. De ahora en adelante, cuidemos mucho abordar estas informaciones despersonalizando a las personas que emigran en busca de oportunidades para llevar una vida digna. 

En ese barco no viajaban 500 sin papeles. En absoluto. En ese barco incendiada viajaban niños que han encontrado la muerte a una edad en la que todos nosotros estamos jugando con nuestros juguetes en casa, despreocupados e inocentes. En ese barco iban mujeres embarazadas que han perdido la vida junto a su criatura, de la que tendrían la esperanza que pudiera nacer en Europa y tuviera una vida mejor y con más oportunidades de la que le podría dar en su país de origen. Viajaban hombres asustados con la esperanza de alcanzar un lugar donde vivir lejos de la guerra y el hambre. Historias de seres humanos. 

"Hablando de crisis, hablando de la inhumana crisis económica mundial, que es un síntoma grande de la falta de respeto por el hombre, no puedo dejar de recordar con gran dolor las numerosas víctimas del enésimo trágico naufragio ocurrido hoy cerca de Lampedusa", declaró ayer el papa Francisco. En su memorable y comprometido discurso en su reciente visita a la isla Francisco afirmó: "¿Quién de nosotros ha llorado por la muerte de estos hermanos y hermanas, de todos aquellos que viajaban sobre las barcas, por las jóvenes madres que llevaban a sus hijos, por estos hombres que buscaban cualquier cosa para mantener a sus familias? Somos una sociedad que ha olvidado la experiencia del llanto. La ilusión por lo insignificante, por lo provisional, nos lleva hacia la indiferencia hacia los otros, nos lleva a la globalización de la indiferencia". Ese término, globalización de la indiferencia, resume a la perfección ese fealdad e injusticia del mundo que nos encontramos frente al espejo en el que nos sitúa el drama de Lampedusa. Hagamos algo para cambiarlo. 

Comentarios