Narraciones, de Jorge Luis Borges

La última obra de las que adquirí en la última feria del libro antiguo de Madrid que me faltaba por leer es un ejemplar de Narraciones de Jorge Luis Borges, editado por Salvat en 1985. En él se incluyen nueve relatos cortos de este genial autor argentino, llenos de fantasía y desbordante imaginación. No había leído nada de Borges hasta ahora (de esa clase de errores casi inconfesables, pero en todo caso con fácil y grato remedio) y me ha maravillado entrar en su universo. En el prólogo de este libro, con el atractivo irresistible de los ejemplares vetustos, amarilleados con el paso del tiempo, cuenta Fernando Morán que celebra que la colección de Biblioteca Básica Salvat incluya a Borges, porque "hay muchas razones para dar a conocer al gran autor argentino entre nosotros". Lleva ya mucho tiempo, naturalmente, siendo leído y admirado Borges entre el lector español. Yo llego ahora y este feliz encuentro tiene algo de la magia de esos relatos en los que el escritor argentino juega con brillantez asombrosa y genial con el concepto del tiempo, que son varios de los que se incluyen en esta recopilación.

El libro comienza con El impostor inverosímil Tom Castro, en el que Borges nos presenta a un tipo sin escrúpulos que se hace pasar por un militar inglés fallecido durante el naufragio de una tormenta en alta mar. Se cuenta la historia del impostor y del recibimiento que tiene entre los suyos. Particularmente bella la disposición de la madre a recuperar a su hijo, aunque sea a costa de forzar recuerdos nunca vividos que le evoca este farsante. El segundo relato, El inmortal, es un cuento fantástico en el que el autor nos traslada al pasado y fascina al lector con esa imposible capacidad de la inmortalidad. También pone de manifiesto su enorme conocimiento de la época clásica, con constantes alusiones a autores antiguos. Muy potente es el relato titulado Emma Zunz, que nos muestra a una mujer decidida a acometer una fría  y premeditada venganza contra un personaje que abrió en ella una herida del pasado aún no cerrada. 

Este libro también incluye El Aleph, relato que da nombre a una de las obras más conocidas y admiradas del autor argentino. En este cuento, el propio Borges aparece como protagonista del relato, visitando la casa de su amante, Beatriz Viterbo. Es una narración que transita por territorios realistas, verosímiles, hasta que de pronto aparece el componente fantástico del Aleph, "uno de los puntos del espacio que contiene todos los puntos", una minúscula esfera en la que puede observarse todo el universo. El Aleph se encuentra en el sótano donde vivió la amante del protagonista del relato, y con él entramos en un mundo de fantasía narrado con un lirismo excepcional y muy sugerente.

Sigue ganando intensidad este libro según avanza, pues el quinto relato incluido (Pierre Menard, autor del Quijote) es también exquisito, delicioso. Un escritor que decide escribir el Quijote, la obra más grande de la literatura universal, pero ojo, no reescribirlo, sino escribirlo tal cual lo conocemos por su propia voluntad. "No quería componer otro Quijote -lo cual es fácil-, sino el Quijote. Inútil agregar que no encaró nunca una transcripción mecánica del original, no se proponía copiarlo", nos relata Borges. Sumergidos ya en un territorio fantasioso, en el universo litetario de Borges, llega el que para mí es quizá el relato más hermoso de esta compilación, El jardin de senderos que se bifurcan. La historia se ambienta en la I Guerra Mundial y está contada en primera persona por un catedrático chino, Yu Tsun. Un manuscrito de ese personaje, espía, que huye al ser descubierto. Termina en la casa de un doctor, Stephen Albert, que le descubre un laberinto de símbolos, de palabras. Una bella reflexión sobre la vida, sobre el tiempo. Todo el relato es prodigioso, incluido un final desconcertante que termina por explicarse en la última página del mismo y que le acaba dando pleno sentido.

Funes el memorioso, por su parte, nos habla de un personaje que recuerda todo lo que ha vivido. Cada más insignificante detalle del objeto más irrelevante que haya observado. Los dos últimos relatos, los más breves del libro, son El Sur, donde de nuevo Borges hace constantes alusiones a obras clásicas (en este caso, las Mil y una Noches. Cuando el protagonista de esa obra abre el ejemplar, algo extraño sucede. Por último, Diálogo de muertos presenta una charla entre dos personas ya muertas, Facundo Quiroga y Juan Manuel de Rosas, dos personajes relevantes de la historia de Argentina, militares del siglo XIX y partidarios de distintas corrientes (federalismo frente a unitarismo. Un relato sobre dos concepciones de un país, que bien puede ser extrapolable a otros. El talento en la narración de Borges, su capacidad inventiva y su enorme cultura quedan de manifiesto en cada uno de estos relatos con los que he conocido por primera vez al autor argentino. Borges te lleva a lugares fantásticos, en la doble acepción del término, que sólo pueden transitarse gracias a la literatura. Su reino, en fin, no es de este mundo. 

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