Amado siglo XX

"Yo respeto a los escritores sin estilo, con carencia de fraseología. Los respeto, pero no me dicen nada. Andar por la vida de escritor sin estilo es como andar por los mares sin vocación de marinero. La manera de decir las cosas importa mucho más que esas cosas". Francisco Umbral dedica estas palabras en su libro Amado siglo XX, el último que publicó, un libro que según cuenta en el epílogo tenía en mente desde que era colegial, a un escritos cuyo estilo, como vemos, no le gusta al genial literato. Precisamente por eso que cuenta, porque la forma de contar las cosas es más importante que las propias cosas que se cuentan, es por lo que adoro a Umbral. Este libro es puro Umbral, ya que se ofrece un peculiar resumen del siglo XX en el que el autor, orfebre del idioma, arcángel pícaro de las letras, habla sobre personajes y eventos de la historia. Como no puede ser de otro modo en alguien que dedicó su vida a la literatura, buena parte de la obra la dedica Umbral a hablar de otros autores y de las obras que más le han marcado. Habla del siglo XX, sí, pero sobre todo de literatura. 

La obra parece por momentos una recopilación de esas genial columnas que el autor nos regaló durante muchos años en la prensa diaria, concretamente en El Mundo durante los últimos años de su vida. Es un libro vivo, con pulso. Es reflexivo y repasa pasajes históricos, sí, pero se aprecia cómo el autor está pegado a la actualidad. Se nota cuando habla de Fidel Castro, del que se conoce que ha enfermado gravemente mientras el autor escribe del dictador cubano y así lo hace constar en su obra, y también cuando reflexiona sobre Günter Grass, que levantó un gran revuelo mediático al tiempo que Umbral escribía esta obra tan personal, tan umbraliana, cuando el escritor alemán confesó que había militado en las juventudes nazis. Enlaza esta historia con una de las ideas fuerza de la novela: la capacidad de la autocrítica de los escritores, el escribir contra ellos mismos

Es imposible recoger aquí todos los personajes a los que menciona el autor. Tampoco es el propósito. Si acaso tiene algún propósito este artículo es invitar a quien lo lea a animarse a leer esta obra si aún no ha caído en sus manos. Por abordar varios temas que trata el autor, podemos empezar por España. Su historia y sus políticos. Escribe Umbral de la II República y de la Guerra Civil. Elogia a Manuel Azaña. De él y Ortega y Gasset escribe en un momento "he aquí dos hombres que tuvieron a España en sus manos y no supieron hacerla no deshacerla, ni apagar el fuego de las banderas ni quedarse sentados en el salón de tapices esperando el camión socialista contra palacio". Presenta Umbral a Azaña como una persona inteligente que observa a los militares que terminaron destrozando la II República con su golpe de Estado como unos personajes de sainete y censura en parte ese "no es esto, no es esto" de Ortega y Gasset cuando se distanció del proyecto republicano. 

Umbral escribe sobre autores del franquismo, los prosistas del franquismo, y sobre la Guerra Civil. También muestra reflexiones sobre políticos de la época de la Transición. Es bellísimo el capítulo dedicado a Enrique Tierno Galván, el alcalde socialista de Madrid en la época de La Movida. También escribe sobre Felipe González y lo que significo el socialismo allá por el 82, sobre la familia real, sobre personajes políticos relevantes del siglo XX, sobre la II Guerra Mundial. Del nacionalismo afirma que es un "elitismo provinciano". Umbral escribe asimismo sobre la Iglesia, y lo hace elogiando el perfil intelectual y conciliador que apreciaba en el papa de entonces, Benedicto XVI. Al hablar de los jesuitas a los que pertenece el nuevo papa, por cierto, explica que representan "la Iglesia actualizada y civilizada". 

Del siglo XX se queda Umbral con inventos que resalta como grandes hallazgos. Entre ellos, el cine. Escribe el autor que "el cine es la mayor alucinación que ha padecido el hombre en la Tierra, pero también es el reflejo más realista que pueda darle su propia vida. Todos hemos aprendido mucho del cine, pero lo hemos aprendido de otros hombres que nos imitan sin conocernos". Expresa el autor su visión sobre las distintas corrientes artísticas del siglo XX, alabando las vanguardias como el surrealismo. Elogía a Dalí y a Picasso, dentro del arte, y a Valle-Inclán, Josep Plá, Gonález Ruano, Ramón Gómez de la Serna, entre otros muchos, al escribir sobre su gran pasión, la literatura. Eleva a los altares al poeta por excelencia, Federico García Lorca. 

Es este un libro muy personal en el que el autor cuenta vivencias propias y también incluye sentidas despedidas a amigos que fallecieron. Deja varias perlas sobre la muerte. Por ejemplo, en un pasaje cuenta que "ningún hombre se merece la muerte, pero la muerte es una costumbre tan antigua que ya nos hemos resignado a ella" o aquel otro en el que habla de una buena amiga fallecida y escribe Umbral que "la muerte consiste en que una buena amiga deja de llamar y ya es como si Madrid se hubiera quedado sin teléfonos". Cuenta el autor su viaje a Madrid y sus primeros contactos con el periodismo y la literatura en El Norte de Valladolid, donde trabajó junto a Miguel Delibes."El oficio de vivir es el oficio de escribir", cuenta el autor.

Sobre el oficio de escribir, precisamente, trata uno de los asuntos centrales de la obra que antes adelanté: la autocrítica del autor. Cita Umbral a Jean-Paul Sartre cuando escribió que "la única manera de aprender es impugnar" y que "ya sólo me interesa escribir contra mí mismo". Es una de las claves del libro. La capacidad de los escritores para escribir contra ellos mismos, contra lo que defendieron en el pasado o contra lo que fueron. Contra sus ideas preconcebidas, contra su modelo de vida. Escribir para autoincomodarse, para autocuestionarse. 

Los que amamos a Umbral por su estilo, por su exquisito trato al idioma, por todo lo que nos dejó en sus obras, encontramos en Amado siglo XX reflexiones del escritor sobre su propia carrera literaria, sobre cómo entendía él la literatura y las columnas de prensa que escribió durante tantos años. En este sentido, resulta especialmente brillante el último capítulo del libro y, sobre todo, el epílogo donde se habla de Umbral en tercera persona. "Digamos que era un hombre con dos vidas. La vida externa del trabajo y del estudio, y la vida interna dela lectura y la escritura donde alimentaba la máquina literaria hasta convertirse, sin demasiada conciencia, en ese hombre maduro que es anticipadamente el que lleva una doble vida y no piensa abandonarla". Cuando le toca hacer balance de su vida se queda con un precioso verso de Calderón de la Barca: "tuve amor y tengo honor, esto es cuanto sé de mí". 

Me extendería mucho más, pero sólo añadiré ya un par de apuntes. El primero, una cita de Eugenio d´Ors que Umbral emplea para elogiar a Tierno Galván: "En España ser diferente es un pecado". Y por último, precisamente, la descripción que Umbral hace de d´Ors, de quien escribe con detalle en distintos pasajes de la obra con admiración. "Es el maestro de hacer lo que le conviene y no dar explicaciones. O sea, un español". La lucidez, la inteligencia, la excelsa cultura y el prodigioso estilo de Francisco Umbral alcanzan su máxima dimensión y se ofrecen desbordantes al lector en las páginas de Amado siglo XX

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