Vivir es fácil con los ojos cerrados

Vivir es fácil con los ojos cerrados, la película de David Trueba que fue la gran triunfadora de los últimos premios Goya, encierra el encanto insuperable de las historias sencillas. Es una cinta que desborda sensibilidad, ternura, inocencia y vitalismo. Un canto a la esperanza, a la libertad y al optimismo. Un manual de instrucciones para la vida de la mano de enternecedores personajes. El profesor que enseña a sus alumnos inglés con canciones de los Beatles, persona real en el que está inspirada la historia, que interpreta de forma convincente Javier Cámara, desliza lecciones vitales. Pequeñas, chiquitas, lasque valen de verdad. Junto a él, una joven que quiere decidir por sí misma sobre algo tan importante como la maternidad y un adolescente harto de la autoridad opresora y autoritaria de su padre. 

El guión de esta película y sus maravillosos diálogos enamoran. Cautiva también la prodigiosa sencillez de la historia narrada. Es una joya, una fragancia espléndida encerrado en un frasco pequeño. Ambientada en los años 60, en una España en blanco y negro, John Lennon, que rueda una película en Almería, es a los ojos de los protagonistas del filme el paradigma de la modernidad, todo lo que ellos desearían para su país. El profesor, un personaje bondadoso, bromista y con esa inocencia de quienes tratan con niños ("de tanto tratar con niños, a veces a los profesores se nos olvida cómo vivir en el mundo de los adultos", dice en un momento del filme) viaja al rodaje para pedirle al miembro de los Beatles que incluya las letras de sus canciones en los libros. Acogerá en su coche a dos autoestopistas, los dos jóvenes que huyen, o que tal vez más bien buscan encontrarse. Los tres personajes aprenderán de las experiencias del resto en un viaje que no será sólo geográfico, pues servirá para conocerse mejor a ellos mismos, para armarse algo mejor ante el territorio hostil con el que habrán de lidiar en su vida. 

La película puede ser leída desde muchos puntos de vista. Si ponemos el foco en la España de aquel momento, bajo la dictadura de Franco (cada vez que se enciende la radio hay oficios religiosos), apreciamos cómo los personajes añoran vivir en libertad. La joven desea decidir sobre su cuerpo, sobre qué hacer con su vida, y por eso saldrá de un lúgubre y funesto recinto donde unas monjas cuidan a jóvenes embarazadas para después quedarse con los niños y evitar a la familia la vergüenza que en aquella sociedad clasista y cínica suponía que una joven tuviera un hijo. El adolescente que huye de casa lo hace porque le asfixia un padre opresor, miembro de los grises. El pelo largo que no se quiere cortar es sólo el símbolo del espacio de autonomía personal y de libertad que reclama. "En este país hay mucha gente con miedo", les dice el profesor a los dos jóvenes en un momento de la película, al tiempo que les pide que ellos lo cambien. Les anima a no vivir con miedo porque "la vida es como los perros, si huelen el miedo, te muerden". 

Mientras, el profesor viaja a Almería con la esperanza de encontrarse con Lennon. Es otra lectura del filme, la importancia que tiene la cultura en nuestras vidas. "Hay canciones que salvan vidas", afirma el profesor interpretado por Javier Cámara en otra escena, porque en ellas ves cómo hay gente que ha pasado antes por lo que tú estás pasando, que ha sufrido como tú estás sufriendo en este momento. Como muy bien dice el protagonista del filme, todos en algún momento de nuestra vida necesitamos gritar Help. Esta preciosa y lúcida reflexión sobre el poder terapéutico y reparador de las canciones puede extender a las películas, a los libros y a todas las manifestaciones culturales que no sólo nos acompañan o entretienen, sino que también nos sirven de refugio y a veces de curación, pero siempre de paliativo de nuestros dolores. La música de los Beatles permite al protagonista de la película fabular mundos distintos desde esa España casposa y rancia en la que vive. 

La figura del maestro nos da otro enfoque de esta película, que bien puede ser interpretada como un necesario y bello reconocimiento a quienes dedican su vida a la enseñanza, a tantos maestros apasionados con su trabajo que buscan el modo de generar inquietudes en sus alumnos. Un buen maestro no se olvida jamás. Aquello que seamos en el futuro se deberá en parte a sus enseñanzas. En un momento de la película, el profesor les dice a sus dos jóvenes acompañantes de viaje que sus alumnos aprenden cuando tienen una motivación para ello, que no viene impuesta ni por los profesores ni por los padres. De eso va, o debería ir, la educación. No se trata de obligar a leer libros, sino de conseguir que los jóvenes adoren la lectura y se acerquen a ella de forma voluntaria. Va de fomentar e incentivar, de encender la curiosidad. 

Vivir es fácil con los ojos cerrados es una película tierna y sensible .Como también dice el personaje del maestro en un momento del filme, una mezcla entre tristeza y alegría, entre nostalgia y felicidad, porque al fin y al cabo eso es la vida. Así son, cuenta el profesor, las canciones de los Beatles, y por eso sobrevivirán. Así es, añadimos aquí, esta deliciosa película, y por eso seguirá en la memoria de quienes la hemos disfrutado, de quienes hemos aprendido con ella. Acabas de verla con una sonrisa en la cara. Esperanza, al final de todo. La que provoca la buena gente. Pequeñas victorias, si acaso poéticas, ante la negrura de ahí fuera. Triunfos mínimos, pero suficientes. Canciones, conversaciones, amistades, reflexiones. Refugios. La vida misma. 

Comentarios