Así empieza lo malo

La buena literatura ofrece historias profundas, complejas. Tramas de las que hacen pensar al lector porque le sumergen en la psicología de sus personajes y de repente aquel ya es otro, entra en la historia y se encuentra ante las disyuntivas de los protagonistas de la novela. La buena literatura es aquella que cambia al lector, que le hace ser otro tras pasar por sus páginas, que le hace incluso conocerse más a sí mismo, explorar lo más profundo, y a veces por ello lo más oscuro, del ser humano. La buena literatura nos acerca a los deseos secretos, a los rencores del pasado, a las relaciones personales rotas, a matrimonios desechos, a vidas comunes que intentan encontrar un sentido a todo esto mientras conviven con un desengaño. La buena literatura es aquella que está escrita de forma espléndida y en la que importante tanto lo que se cuenta como cómo se cuenta. Todo ello está en Así empieza lo malo, la última novela de Javier Marías, en la que el autor vuelve a tejer una trama compleja que atrapa al lector por las reflexiones que plantea, los conflictos de sus personajes, los pensamientos que comparte un narrador en primera persona sobre un momento crucal  de su pasado. Otra vez el título alude a una cita de Shakespeare ("así empieza lo malo y lo peor queda atrás") y otra vez maravilla con su exquisita y elaborada prosa. 

La novela está narrada en primera persona por Juan de Vere, quien cuenta su convivencia cuando era joven con el matrimonio de Eduardo Muriel y Beatriz Noguera. Un matrimonio roto, desdichado por algo que ocurrió en el pasado que le lleva a él, un aclamado director de cine venido a menos, a castigar a su esposa con el desprecio constante. Ella vive ensimismada, lamentándose por aquello que ocurrió que su marido no está dispuesto a perdonarle. Aún no existe el divorcio en España, la trama transcurre a principio de los años 80, pero está cerca. Y aun así, ninguno de los dos decide separarse. Él, porque prefiere castigar a su esposa con una vida desgraciada, tal es la afrenta que le echa en cara. Ella, porque no quiere rehacer su vida ni conocer a nadie, quiere volver a tener la vida que tuvo con su marido. 

Juan de Vere cuenta la historia de convivencia con ese matrimonio pasados los años, mucho tiempo después de que entrara a trabajar como secretario del director por mediación de su padre. Y es muy atractiva esa visión retrospectiva de su propia historia. De cómo siguió de cerca la vida de ambos, de cómo recrea ahora esas experiencias que le cambiaron la vida. Del pasado y nuestra convivencia con el mismo  trata, entre otros muchos aspectos, esta novela. De las biografías de tantos reconstruidas con la llegada de la democracia y el fin del franquismo. Eduardo Muriel encarga a Juan de Vere que investigue sobre el pasado de un conocido suyo,  el doctor Jorge Van Vechten, porque le han contado indecentes comportamientos suyos en el pasado "con una o quizá varias mujeres"

Aborda el pasado esta novela y aborda también el perdón, plantea con exquisita sutileza el autor la contradicción en el compartimiento de Eduardo Muriel a la hora de abordar distintas sombras del pasado. Lo que se llama en la novela la arbitrariedad del perdón. Ese momento en el que uno prefiere vivir en la sospecha, en la duda. En el que decide no saber más, no conocer aquello que puede haber de cierto en algunos rumores, quedarse con la visión que le reconforta de un determinado suceso o de una determinada persona. Y, sin embargo, cómo a la vez uno es incapaz de perdonar un comportamiento que se considera desleal y por el que se está dispuesto a marcar nuestra vida y la de quienes nos rodean. 

Me maravilla el modo en el que el autor plantea la historia,en la que como digo pesan más los pensamientos y las disyuntivas de sus personajes que lo que sucede. No es una novela de acción, sino de pensamientos, psicológica, de personajes. Y, como decía arriba, las buenas novelas son aquellas que te cambian, de las que sales distinto a como entraste en ellas. Y Marías introduce en esta brillantes y lúcidas reflexiones, en boca del Juan de Vere maduro que recuerda su vivencia con el matrimonio Muriel-Noguera en los 80. Por ejemplo, cuando este explica la relación que mantenía aquella pareja y recuerda que para el matrimonio se emplea un verbo (contraer) que es el mismo utilizado para las enfermedades, las responsabilidades y las deudas. O cuando, al hilo de la investigación sobre el pasado de Van Vechten, el narrador afirma que "siempre llegamos tarde a la vida de gente", en el sentido de que a veces nos cuesta comprender por qué un amigo nuestro mantiene una relación estrecha con alguien que detestamos, y siempre resulta que esa tercera persona llegó antes a la vida de nuestro amigo y compartió con él vivencias donde nosotros no estábamos, no habíamos llegado aún, que les unieron para siempre. El deseo, el amor, e la modernidad, el choque de generaciones, la historia de España... Esos aspectos también están presentes en Así empieza lo malo

De la mentira también habla esta novela, De la mentira y nuestra capacidad, o no, para convivir con ella. De nuestra preferencia a veces por vivir en la ignorancia antes de que una falsedad derrumbe nuestro mundo. "Son demasiadas las vidas configuradas sobre el engaño o el error, seguramente la mayoría desde que el mundo existe", leemos en un fragmento de la novela, dedicada a desmontar grandes verdades, a ponerlas en duda, a reflejar su vulnerabilidad. Por ejemplo, el amor, esa combinación tan remotamente posible de que justo la persona a la que amamos nos corresponda. "¿Por qué habría de querernos el que señalamos nosotros con nuestro tembloroso dedo? ¿Por qué ese justamente, como si tuviera que obedecernos? ¿O por qué habría de desearnos aquel que os turba o enciende y por cuyos huesos y carne morimos? ¿A qué tanta casualidad? Y, cuando se da, ¿a qué tanta duración?". Así empieza lo malo, en fin, es una magnífica novela de esas que dejan huella y que, si se leen con un lápiz al lado, termina muy subrayada. Una obra sensacional que remueve al lector. 

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