Todoterapia

Basta con mirar alrededor o encender la televisión, no digo ya darse una vuelta por las redes sociales, para entender que la mejor forma de retratar a la sociedad actual es a través del teatro del absurdo, Ante una realidad surrealista, difícilmente comprensible, alocada, bastante absurda, nada mejor que obras de teatro que, con el sentido del humor y el disparate como principales recursos, pongan frente al espejo al espectador. Algo así consigue Todoterapia, que se define como "una comedia social sobre el cantamañanismo ilustrado". Este divertido y loquísimo espectáculo, en el mejor sentido de la palabra (como hemos dicho otras veces, si es que acaso hay un sentido negativo de este adjetivo cuando de teatro se habla), recoge una serie de personajes con patologías a cual más absurda y al que un peculiar doctor le receta terapias cada una más estrambótica que la anterior. 

La obra, de la compañía The Feas Company, es una terapia en sí misma. Reírse puede ser la mejor medicina ante los problemas cotidianos y si además a la risa se le suman ciertos toques de crítica social, el resultado es a la vez divertido e inteligente. Dos enfermeras y un doctor reciben a pacientes con toda clase de problemas. A lo largo de la obra se descubre que nada es lo que parece. Nada más entrar a la sala off del Lara (cuántas pequeñas grandes historias vividas en ese escenario, de cuánto libérrimo teatro en salas como esta disfrutamos en Madrid), las enfermeras piden al público que compartan sus dolencias. Dolencias emocionales, se entiende. El objetivo, nos cuenta pronto el peculiar doctor, es encontrar una cura universal para la sociedad, para la especie humana. Se busca encontrar la todoterapia, en este tiempo en el que hay terapias de toda clase y condición y donde se reviste de términos abstrusos las más absurdas propuestas curativas. 

Entre las pacientes que acuden a la consulta del doctor, por ejemplo, encontramos a una mujer de Murcia con marcado acento gallego que siempre tiene frío y vive pegada a una estufa catalítica, su Cati, que le cambió la vida. Es el personaje más surrealista de la obra. El tono disparatado continúa durante toda la función, pero con las otras pacientes, todas ellas magistralmente interpretadas en un alarde camaleónico de Begoña Sánchez-Somolinos y María Díaz de Rada, hay más crítica social. Por ejemplo, a la adicción a las redes sociales, con la disyuntiva entre la vida real y la de las pantallas que vive una chica permanentemente conectada a su teléfono móvil que monta un drama porque su novio no responda al Whatsapp que ha mandado hace 30 segundos a pesar de que en su pantalla ha salido el doble check. "El doble check es dios, ¿vale? Y el doble check, súper dios". 

También hay espacio para criticar a la publicidad y sus eufemismos. Es quizá esta la historia más elaborada. Dos mujeres que llevan al pie de la letra lo que ven en los anuncios de televisión y que, por aquello del lenguaje políticamente correcto, no terminan de entender los mensajes que los spots transmiten en realidad. Es igualmente muy divertida la historia de dos hermanas gemelas enganchadas a la tila para la que el doctor recetará una terapia, digamos, muy extendida en España. Si la dolencia de cada paciente es más disparatada que la anterior, no lo es menos la terapia que, bajo una descripción rimbombante, receta el doctor. 

La obra es muy ágil y fresca. En ella las actrices y el actor interactúan con el público desde el principio. Todos los asistentes, en el fondo, acudimos a terapia en busca de la solución definitiva a nuestros males, de la terapia final que agrupe todas las que nos rodean y con la que seamos poco menos que inmortales o, al menos, en la que nos deshagamos de nuestras dolencias emocionales. El primer mandamiento del sentido del humor es no tomarse a nadie demasiado en serio, empezando por uno mismo, y en el guión de la obra hay varios guiños metaliterarios sobre el propio texto. "Cómo me gusta este personaje", dice una actriz en un momento de la función. "Este texto no hay quien se lo crea", relata el actor en otro instante. El público sale de Todoterapia con una idea aproximada de esa terapia definitiva. Pongamos que disfrutamos de la vida, que aparcamos el "cantamañanismo" y nos reímos durante una hora de la sociedad actual. Es un tratamiento altamente recomendable. 

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Huauuuu!! Muchísimas gracias por este post!!! Has clavado a la perfección el mensaje que queremos trasmitir con la obra y nuestro humor surrealista!!! :) ¡Impresionado nos has!

Un abrazo y que siga la TODOTERAPIA.

The Feas Company.
Alberto Roa ha dicho que…
Muchísimas gracias!!!! ;-)