Un médico rural. Pequeños relatos

Praga, ciudad natal de Franz Kafka, rinde homenaje al célebre escritos en varios rincones. Sobre todo, en dos. El museo Kafka, a las orillas del río Moldava, donde se recorre su obra y su vida, y la casa en la que el escritor vivió durante un breve espacio de tiempo en el barrio del castillo, en el número 22 de la Callejuela de Oro. Allí donde Kafka encontró un lugar íntimo, tranquilo y silencioso donde sentarse a escribir entre 1916 y 1917, hay ahora una librería donde, entre otros ejemplares, se vende en distintos idiomas su obra Un médico rural. Pequeños relatos, que precisamente escribió en esta coqueta casa. Así que, además de recuerdos imborrables del buen ambiente y la vida de la preciosa capital checa, también uno puede traerse un libro de uno de los autores más relevantes e influyentes del siglo XX desde el mismo lugar donde escribió una de sus obras. 

El hecho de que se recuerde a Kafka en la ciudad de Praga es significativo de la trascendencia del escritor, de la importancia de su legado. También da prueba de ello que exista un término recogido en el Diccionario de la RAE, kafkiano, que haga referencia a la obra de este autor y que, en su tercera acepción, significa: "dicho de una situación: absurda, angustiosa". Y, en efecto, todos los relatos incluidos en esta obra son angustiosos, enrevesados, difíciles de comprender, pues escapan a la lógica. Transmiten todos algo que desasosiega al lector, que le desconcierta. En algún punto del relato surge una paradoja, una confusión perturbadora que atosiga. Son obras existencialistas pero, a diferencia de La peste de Camus, por ejemplo, aquí no hay espacio para la esperanza, ni siquiera minúsculo o remoto. Todo es angustioso, sin escapatoria posible. Sin sentido alguno. 

La situación personal de Kafka, peleado con su padre, con problemas sentimentales y de salud, pueden influir en ese pesimismo y esa extrañeza que influye en su obra, que la hace poco recomendable para quien atraviesa por una fase depresiva, pero desde luego mucho para quien disfrute con la esencia de la buena literatura, que en estado puro se encuentra en estos relatos breves (algunos, brevísimos) de Kafka. En ellos el autor expone situaciones complejas, extrañas, con mil interpretaciones posibles (y probablemente, equivocadas todas ellas). 

Hay un relato especialmente corto en esta obra, El Pueblo siguiente, que resume bien el estilo de Kafka y el tono del resto de cuentos en el párrafo que lo compone: "mi abuelo solía decir: 'La vida es asombrosamente corta'. Ahora, en el recuerdo, caigo de pronto en la cuenta de que, por ejemplo, a duras penas entiendo cómo un joven puede decidirse a cabalgar hasta el pueblo más próximo sin tener miedo de que, aparte e alguna desafortunada casualidad, el tiempo que dura una vida corriente y dichosa no baste ni con mucho para hacer semejante excursión". Otro relato que me gustó especialmente es Once hijos, donde un padre relata las virtudes y los defectos de su descendencia. 

En Informe para una academia, un mono cuenta en primera persona cómo lograr escapar a su condición natural para integrarse con los humanos. Un relato en el que el autor incluye reflexiones sobre la libertad y construye también una crítica a la sociedad y que emparenta, por su poso reflexivo sobre la libertad (o la ausencia de ella) con Chacales y árabes. También se atisba una crítica a la sociedad, a la organización de la justicia en este caso, en Ante la ley, una fábula que deja, claro, un sinsabor en el lector, una sensación, como todos los demás relatos, agobiante, angustiosa. Hechos incomprensibles acontecen en Un médico rural, que da nombre al libro, donde un doctor de pueblo se encuentra de repente con los caballos que necesita para atender a una urgencia donde se desencadenarán situaciones anómalas y desconcertantes. Lo mismo que sucede en La inquietud del padre de familia, donde al igual que ocurre en varios relatos de Borges, hay un objeto extraño, el Odradek, que "por su aspecto se asemeja a un huso de hilar, plano, en forma de estrella, y también parece como si estuviera verdaderamente recubierto con hebras de hilo". Esa inquietud del padre de familia es porque ese objeto les vaya a sobrevivir a todos. 

En Un sueño el protagonista del relato es Josek K, mismo nombre del protagonista de El proceso, novela que Kafka ya había publicado antes de escribir este relato. El autor checo describe minuciosamente un asesinato en Un fratricidio y relata en Una visita en la mina desde el punto de vista del trabajador de una mina una sospechosa visita de ingenieros y expertos a su lugar de trabajo. Completan el libro El nuevo abogado, breve relato con el que comienza la obra; En la galería, un relato desconcertante, y dos obras que mencionan a un emperador y las relaciones del pueblo con el poder en Un viejo manuscrito y Un mensaje imperial. Para mí, es el primer contacto con Kafka. Y me deja con ganas de más porque, así como sus relatos son angustiosos, extraños, incomprensibles, también tienen algo de hipnótico, de atrayente. Quizá, precisamente, por ser tan anómalos y desconcertantes. 

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