Acuerdo global por el clima

Si no fuera porque abusamos del adjetivo histórico y porque es necesaria la cautela cuando se habla de acuerdos políticos, aquel término bien podría emplearse para describir el pacto entre 195 países, prácticamente todo el mundo, para combatir el cambio climático anunciado ayer en París. El salón plenario donde durante las últimas semanas han debatido y negociado representantes de los distintos Estados un acuerdo que sustituyera al Protocolo de Kioto irrumpió ayer en aplausos y en celebraciones de júbilo por el documento pactado entre las 195 naciones. Un avance indiscutible en el compromiso global con el medio ambiente que recoge el compromiso de contener a dos grados, con la pretensión de que se reduzca a 1,5, el calentamiento global a finales de este siglo. 

¿Es este el acuerdo soñado? Tal vez no, sobre todo por la falta de concreción, pero se le acerca más que nunca antes. En estos momentos de razonable entusiasmo por el hecho de que se haya alcanzado un pacto, de que la Cumbre del Clima de París no haya corrido la misma suerte que las anteriores, conviene analizar al detalle cada punto del acuerdo y escuchar a las ONG que llevan décadas concienciadas con la amenaza del cambio climático y promoviendo el debate social y político que ha permitido dar pasos adelante en los últimos años. El más importante, el que debe ser un punto de inflexión, es el pacto firmado ayer en París, un acuerdo vinculante, aunque no habrá sanciones para los países incumplidores. 

Uno de los puntos más importantes del documento de 40 páginas, es el punto 115, donde se habla de los fondos para combatir el cambio climático y se "insta encarecidamente a las Partes que son países desarrollados a que aumenten el nivel de su apoyo financiero, con una hoja de ruta concreta que conduzca al logro del objetivo de movilizar conjuntamente 100.000 millones de dólares anuales para la mitigación y la adaptación de aquí a 2020, y a que, a la vez, aumenten significativamente la financiación para la adaptación con respecto a los niveles actuales y presten un apoyo adecuado en forma de tecnología y fomento de la capacidad". Además, en el acuerdo se aprueba la creación de una comisión de seguimiento del mismo y un compromiso de transparencia para poder seguir su avance. 

El primer gran logro del acuerdo, el objetivo central de la cumbre, es que se compromete a reducir el calentamiento global a 2 grados. Si no se hubiera alcanzado este pacto, que es lo mismo que decir si no se cumple el mismo, que es lo que ahora toca, lo más importante y difícil, la temperatura global habría aumentando cerca de 4 grados de aquí a final del siglo. Es la primera vez que se recoge un compromiso tan ambicioso en un acuerdo global firmado por 195 países. El antecesor de este documento, el Protocolo de Kioto, nació muerto pues no lo suscribieron los dos países más contaminantes, Estados Unidos y China. A su mayor disposición a un acuerdo se debe, en parte, el éxito de la Cumbre de París. También al empeño del gobierno francés, en especial del presidente de la cumbre, su ministros de Exteriores Laurent Fabius, que lleva meses preparando esta cumbre y cuya labor ha sido elogiada por todos los implicados. "No es sencillo tener la opción de cambiar el mundo, y ustedes la tienen", les dijo ayer a los delegados de las naciones el presidente galo, François Hollande. 

Como digo, es importante escuchar a las ONG y a los activistas. Ayer, mientras en el salón de plenos de festejaba el acuerdo, en las afueras había manifestaciones que, aún reconociendo el avance que implica este pacto, criticaban que se quedaba corto. En esta línea va el análisis de Greenpeace, que en su página web analiza el acuerdo en un artículo llamado Punto de partida para el abandono de los combustibles fósiles pero con compromisos insuficientes para lograrlo. Según la organización ecologista, Kumi Naidoo, director de Greenpeace Internacional, elogia el acuerdo, pero llama a mejorarlo y cumplirlo. "Hoy la humanidad se ha unido por una causa común, pero lo que pase tras esta conferencia es lo que realmente importa. El acuerdo de París es solo un paso en un largo camino, y hay partes en este acuerdo que resultan frustrantes y decepcionantes, pero es un avance. El acuerdo por sí solo no nos sacará del agujero en que estamos metidos, pero hace que la cuesta para salir de él sea menos empinada", destaca. 

En este sentido, desde Greenpeace estiman que, a pesar de que el documento recoge el compromiso de reducir el calentamiento global a 2 grados, con el propósito de que quede incluso en los 1,5, los objetivos de emisiones llevan a casi 3 grados. "No es momento para triunfalismos, dadas las vidas que se han perdido ya como resultado de los impactos del cambio climático, y las vidas que están en el precipicio según suban las temperaturas. Es momento de actuar con urgencia. El reloj del tiempo avanza y la ventana de oportunidad se está cerrando con rapidez", afirma Naidoo. En su opinión, para cumplir con los objetivos comprometidos será necesario abandonar los combustibles fósiles antes de 2050. También recuerda que el acuerdo es vinculante, pues se trata de un Tratado según leyes internacionales, pero que los compromisos nacionales que deberán revisar los Estados firmantes no lo son. 

Aún más crítica con el acuerdo de París se muestra la ONG Ecologistas en Acción, que considera que el documento "es decepcionante e insuficiente al carecer de herramientas necesarias para luchar con eficacia contra el calentamiento global y al desoír las luchas ciudadanas que ya están haciendo frente al cambio climático". En su opinión, el texto es "peligrosamente vago y abierto" y en él "los compromisos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero no son vinculantes". Consideran que se ha perdido una ocasión de abandonar un modelo energético basado en los combustibles fósiles. Creen que se debería haber llegado más lejos y que "los elementos más interesantes figuran sólo en el preámbulo, es decir, en la parte declarativa que carece de fuerza legal. Es el caso de la apelación a muchos mayores esfuerzos de reducción" de las emisiones". Por eso, tildan de "declaración de intenciones" más que de acuerdo de calado político este documento. 

Como debe ser, el espíritu crítico queda para las ONG ecologistas, mientras que el triunfalismo se lo quedaron ayer entero los responsables políticos. "Es el acuerdo más ambicioso de la historia de la lucha contra el cambio climático", dijo ayer Barack Obama. Afirmación esta que es, indudablemente, cierta. "El primer pacto universal" sobre esta materia, afirmó Hollande. Y en esa línea fueron el resto de declaraciones. Nadie puede negar que el acuerdo de ayer es importante, un giro en la política global contra el cambio climático. Ahora se trata de concretar los compromisos nacionales para conseguir que lo que se formula como un propósito se convierta en una realidad. Histórico, sí. Pero tal vez insuficiente. 

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