Amistad de juventud

"Averill se contaba a menudo historias; esa actividad le parecía tan inevitable como soñar". Esta frase aparece en el relato Bondad y misericordia, uno de los diez que componen el libro Amistad de juventud, de Alice Munro. Y sirve aquella expresión que describir la obra en su conjunto, pues la autora se dedica a contar historias, que crecen, generalmente hacia atrás en el tiempo. Comienzan todas ellas con alguien recordando un pasaje del pasado, un personaje querido, una relación quebrada, un momento que lo cambió todo. El pasado es el gran protagonista de los diez relatos que componen esta obra de la Premio Nobel de Literatura. El pasado condicionando el presente. Los fantasmas de lo que ocurrió marcando la vida actual. 

En estas historias, los matrimonios no suelen durar, las amistades se ponen a prueba, y no pocas veces se rompen, las pasiones humanas y la complejidad de las relaciones guían los actos de sus personajes. Todo ello, en fin, les da un aire de verosimilitud. No hay excesivos finales felices, si por eso entendemos forzar el desenlace de una trama para dibujar una sonrisa en la cara del lector. Tiene más peso la nostalgia que la felicidad. Son relatos con hondura, con profundidad. La mayoría, protagonizados por mujeres. Son historias que recorren muchos años de la vida de sus personajes y, como los mejores escritores de relatos breves, son la demostración más poderosa de la extraordinaria vigencia y necesidad de la literatura. La que fabula. La que cuenta historias como actividad tan inevitable como soñar. 
Bondad y misericordia, ya que lo hemos mencionado al comienzo, es uno de los relatos más sugerentes de la obra. En él, una mujer acompaña a su madre, gravemente enferma, en un crucero donde conocen a toda clase de personajes. El desenlace, que naturalmente no desvelaremos aquí, es un magistral juego de espejos entre la realidad y la ficción, entre lo que sucede en verdad y lo que se narra, esos cuentos que nos contamos para resistir la prosaica rutina. También resulta fascinante, e igualmente al final la historia no es lo que parece inicialmente, Fotografías del hielo. En sus páginas, Austin, un pastor religioso, lo dispone todo para abandonar su localidad, porque se marcha lejos para casarse con una misteriosa mujer con la que se cartea. Sus familiares y feligreses están preocupados por su marcha. Le ponen pegas, qué será de la casa de caridad que él regentaba, qué ocurriría si con los bienes que iba a encargar vender para ese proyecto solidario alguien se llevara el dinero para otros fines. "No se llega a ningún sitio en la vida sin tentaciones", responde Austin.

Los relatos son muy distintos entre sí, pero a la vez tienen todos puntos en común. Alguien recuerda, siempre. Hay heridas del pasado no cerradas. Y también es frecuente encontrar en estas historias el contraste entre lo que en cierto tiempo, en ciertos lugares y bajo ciertas mentalidades se espera de las mujeres y lo que estas, independientes, anhelan y pueden conseguir. Así ocurre en Amigas de juventud, el relato que abre la obra y le da título. Una mujer recuerda una historia que le contaba su madre. Lo más atractivo es cómo cambia el suceso narrado según cuál sea el punto de vista del narrador. Lo que conoce de esa historia de mujeres la protagonista es por la visión que le transmitió su madre, pero ella se rebela contra ese relato y, a diferencia de su progenitora, no alaba, sino que censura y critica, la actitud sumisa, dócil, guiada por la religión, de una amiga pasada de su adre. 

De amistad entre mujeres trata también el excepcional El día de la peluca, donde otra vez vemos a una mujer, Anita, volver a su pasado y recobrar relaciones pasadas. Se encuentra con Margot, a quien llevaba sin ver 30 años. Rememoran su pasado, esas charlas de niñas yendo al colegio, y el rol que, sin saberlo ellas entonces, jugaría en sus vidas Reuel, el conductor del autobús que las lleva al colegio, y su esposa, Teresa, que regentaba una cafetería donde solían charlar de pequeñas. 

Las relaciones apasionadas, tentadoras, prohibidas, casi de antemano condenadas al fracaso, son el argumento central de varios de los relatos, como en Five Points, donde una revelación del pasado lo cambia todo. o en Oh, de qué sirve, donde amores callados, relaciones de compromiso y pasiones no confesadas corroen a sus protagonistas. Una de las historias más apasionantes es De otro modo, done Georgia rememora su pasado con su amiga Maya, cuando se inventaban otras vidas, cuando disfrutaba de la librería, que era "una avenida recta de generosidad, de promesas plausibles". Y la pasión con Miles. La entrega incondicional, la relación que se quiebra, se transforma para siempre, en un instante, con un par de palabras. "Los problemas empezaron, quizá, en cuanto se dijeron que se amaban. ¿Por qué hicieron aquello: definir, exagerar, confundir lo que fuera que sintieran? Parecía algo obligado, eso era todo". 

En Agárrame fuerte, no me sueltes, Hazel viaja a un hotel donde se hospedaba su marido cuando fue a Europa a combatir en la guerra. De repente, conoce a las personas que formaron la vida de su esposo, ya fallecido. Su tía lejana, esa mujer, casi niña, adolescente, entonces, con quien tuvo algo más que una amistad. Recorre Hazel los pasos de su marido. El pasado, el pasado que no se escapa, que atrapa y conduce la vida, también en Naranjas y manzanas, relato en el que la irrupción de una persona misteriosa, que entabla amistad con sus personajes, transforma para siempre su relación. Meneseteung, por su parte, narra la historia de una escritora, Almeda, que vivió en un  pueblecito donde la gaceta se dedica a transmitir cotilleos de todos sus habitantes, y tras cuyos pasos va, intentando reconstruir sus pasos, la narradora del relato. Un compendio, en fin, de 10 historias ricas, llenas de vida. Un primer contacto excepcional con la prosa de Alice Munro. No será el último. 

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