El Brexit deja a Europa en shock

Los británicos han decidido abandonar la Unión Europea. Por mucho que no estuvieran del todo nunca, o no como el resto de países, el voto en el referéndum que certifica el Brexit ha dejado a Europa en estado de shock. Las consecuencias de esta decisión de los británicos son imprevisibles. De entrada, se abrirá un largo proceso de negociación, sobre cómo concretar la ruptura. La UE dejará de ser un club de 28 miembros. A ninguna de las partes le interesa que haya una desconexión absoluta y muy probablemente, pasados los dos años que se estima que durarán estas negociaciones, la relación entre el Reino Unido y Europa será muy similar a la actual. Porque todos necesitan que así. Pero la pregunta es qué quedará del Reino Unido y de Europa para entonces. 
Este voto de los británicos plantea muchas dudas. La más relevante, sobre la propia supervivencia del proyecto europeo. Es un voto contra la UE. Hasta ahora había síntomas, avisos, como el auge de la extrema derecha en muchos países europeos. Pero el Brexit es el gran batacazo al proyecto comunitario, que lo pone todo en cuestión. Los argumentos empleados por los defensores de romper con la UE han sido, fundamentalmente, antiimigración. Un tono nacionalista, euroescéptico y xenófobo que se extiende por Europa. La derecha radical holandesa ya ha dicho que ellos también quieren un referéndum. Marine Le Pen ha celebrado el voto a favor del Brexit como un triunfo de la libertad.

Ahora, el proyecto europeo en su conjunto entra en barrena. Está por ver cómo responden las autoridades comunitarias. Si se avanza hacia una mayor integración europea, lo que exacerbaría el sentimiento antieuropeo y nacionalista en muchos países de la Unión, o si se pliegan velas, dando marcha atrás al proyecto. Y todo ello con una bochornosa atención a los refugiados que huyen de la guerra de Siria. Lo dramático es que quienes defendían el Brexit centraban sus discursos en críticas al extranjero, entre ellos, muchos ciudadanos europeos, y españoles, que trabajan en el Reino Unido. En lugar de una reacción ciudadana pidiendo sensibilidad y respeto a los principios éticos que deberían estar unidos a Europa, en muchas partes de la UE los votantes se echan en brazos de posturas radicales. 

Probablemente, la marcha del Reino Unido, como tal, sea lo de menos. Porque es obvio que a los británicos y a los 27 países de la UE les interesa llegar a un acuerdo ventajoso para todas las partes. Hay muchos intereses comerciales en juego. Pero lo inquietante es lo que puede provocar este voto. El efecto contagio hacia otros momentos euroescépticos o independentistas. Y también el terremoto político que causa en el Reino Unido, porque el recuento del referéndum deja claro que el país está dividido. En Londres ciudad abierta y cosmopolita, además de una de las grandes capitales financieras del mundo, el 75% de los ciudadanos ha votado a favor de seguir en Europa. Ese dato muestra a las claras la división en la sociedad británica

Pero hay consecuencias más graves. David Cameron, primer ministro británico, defendía la continuidad, por lo que no pocas voces pedirán su dimisión. También los laboristas, el segundo partido británico, estaban en contra del Brexit. Además, los escoceses han votado claramente a favor de seguir en la UE. Hace dos años votaron en referéndum sobre su posible independencia del Reino Unido. Decidieron seguir en un país dentro de la UE. Ahora, con el Brexit, defenderán su derecho a volver a votar sobre su independencia, porque ellos quieren seguir siendo parte de la UE. Y en Irlanda también hay voces que reclaman la unión entre Irlanda e Irlanda del Norte. Hay riesgo real de desintegración no ya en Europa, sino en el propio Reino Unido. Gibraltar es otra zona, británica, donde los ciudadanos han votado a favor de continuar en la UE. Ahora está por ver qué ocurrirá con los británicos que viven en otros países que son territorio de la UE y con los ciudadanos europeos que viven en el Reino Unido. 

Hay muchas incertidumbres. La más grave es la que cuestiona la propia supervivencia del proyecto comunitario. Por no hablar de las turbulencias financieras, que pueden ser descomunales. En sólo unas horas, varias agencias de ránting están estudiando rebajar al Reino Unido de su máxima calificación, que es AAA. La Bolsa de Japón ha caído un 8% y los futuros hablan de descensos del 12% en el Ibex. La libra se ha depreciado a su nivel más bajo desde 1985. Hay expertos que creen que el Reino Unido podría entrar en recesión. El impacto económico puede ser brutal. Y el daño político, inmenso. Es un día gris para Europa. 

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