Luis Ramiro llena de versos la Galileo

Luis Ramiro volvió ayer a la sala Galileo Galilei, su casa y la de quienes tantas grandes noches de música hemos disfrutado y pensamos seguir disfrutando allí. La excusa era la presentación de su disco libro A solas en Fnac, pero podría haber sido cualquiera otra razón las que nos reuniera en la Galileo en torno a su música y a sus versos. Por ejemplo, celebrar la noche de san Juan, la más corta del año, que el cantautor llenó de sus canciones y poemas. A falta de hogueras frente al mar, bienvenida sea siempre la poesía de la cotidiano, de las emociones universales a las que canta con sencillez y lirismo. La excusa bien podría ser también "vivir son formulario", como proclama en su soneto Brindemos


Interpretó Luis Ramiro muchos de los temas de su último disco y también otros más antiguos. Todos conocidos por un público entregado a su música. Contó, siempre verborreico, que muchos empiezan a conocer su música ahora, de la mano de sus libros de poemas. "Qué bien escribes, pero no cantas nada", contó que le dijo alguien. La ironía y el sentido del humor aplicado a uno mismo ("sé que os gustan las canciones cortavenas, por eso estáis aquí") es uno de los rasgos distintos de sus conciertos. Disfrutamos con El universo, tema con el que abrió el concierto en el que canta a las pequeñas cosas ("los cines de verano, las medallas que nunca ganamos, las camas que no son para dormir, el pasodoble insuperable de los jubilados, la escena de aquel cuadro en Notting Hill")

Leí en una entrevista reciente a Luis Ramiro publicada en La razón que el cantautor piensa que a veces lo más complicado es escribir sencillo. Y su mayor virtud es esa. Hacer poesía del día a día, hablando de cafés, de redes sociales, de fiestas populares, de pueblos... Son letras reconocibles nada crípticas, pero no por ello menos hermosas. Siguió, entre otras, con Magia, Contigo o El café. Esta última es una de sus más bellas canciones, en la que canta al desamor, describiendo un encuentro casual en un café con una ex. Es una de esas canciones que cuentan una historia entera en poco más de tres minutos. El reconocimiento de esos pequeños gestos compartidos en el pasado ("seguí observándote beber aquel café, que sería express con leche fría, o tal vez, te hayan cambiado el gusto los desengaños"), la resignación a despedirse de lo que se ha perdido ("te sienta bien el pelo corto y creo que él pensaría igual por como estaba, hipnotizado sin hablar, lo sé porque antes era yo, lo sé porque antes era yo quien ocupaba su papel") y la búsqueda de nuevas aventuras para volver a sentirse vivo ("había en la barra una mujer con ojos tristes, creo que fui, fui a acercarme y pregunté, fui a acercarme y pregunté ¿nos hemos visto alguna vez"). 

Luis Ramiro estuvo acompañado, entre otros, de Marino Sáiz, el violinista de los cantautores, que además de sus propios temas, con los que ha salido de gira los últimos meses (memorable aquel concierto en Libertad 8 hace un par de meses). pone magia con su violín a las canciones de otros artistas. Junto a Marino Sáiz, precisamente, hizo un guiño Luis Ramiro a la semana del Orgullo LGTB, especial este año en Madrid, ya que se acoge el World Pride, la gran fiesta mundial de la reivindicación de la igualdad de derechos al margen de identidades y orientaciones sexuales. Explicó Luis Ramiro que hace tiempo una chica le contó su situación (tenía novia, pero no se atrevía a contárselo a sus padres) y le pidió hacerle una canción. El cantautor le escribió un poema, pero le respondió que la canción ya existía y era insuperable: Mujer contra mujer, de Mecano, un himno de la igualdad que cantó para poner el toque arcoíris de la noche

Además, el cantautor madrileño llamó al escenario a Marwan, con quien interpretó Relocos y recuerdos, para mí, la canción más redonda de Ramiro, con su aire bonaerense ("Ahora que nadie me lleva a La Latina, ahora que nadie me dice mi gallego, hasta el mate que sobró, creo que se lo llevó el viento. Al final lo que quedó, medio falso y medio cierto, solamente una canción de desencuentro, y la titulé Relocos y Recuerdos"). También cantó con Conchita. Sus voces encajan a la perfección y regalaron una soberbia interpretación de Poemas en el tejado, un tema sobre los paraísos perdidos y la inocencia que se esfuma, que cuenta una historia que ocurrió "hace algunos años, en un pueblo donde aprendí a mentir, con su iglesia y sus rebaños, su placita y sus viejas con mandil". 

Acabó el concierto con Mañana nos casamos en Las Vegas, uno de los temas más vitalistas de su discografía, que puso de pie a la Galileo. Y, antes recitó el soneto Brindemos, que resume bien su poesía de lo cotidiano, su forma de celebrar la vida. Un poema que sirve como filosofía vital. 

Brindemos por los presos que se fugan,
por todos los suicidas que no saltan,
brindemos por los sueños que madrugan,
por todos los "te quieros" que nos faltan.


Brindemos por los trajes que se arrugan,
por las imperfecciones que resaltan,
brindemos porque no se centrifugan
las olas del amor que nos exaltan.


Brindemos por los curas cuando dudan,
por ese ateo en un confesionario,
por los vecinos rancios que se mudan.


Brindemos por el Goya al secundario,
por majas sin pintar que se desnudan.
Brindemos. Por vivir sin formulario.

Comentarios