Millennials y artículos rancios

Tengo pocas dudas de que la generación de mi prima (que ahora tiene 16 años) va a ser mucho mejor que la mía, si es que es posible generalizar. Y espero seguir pensando así mucho tiempo, porque  eso significará que no he caído en los brazos de la nostalgia que lleva a despreciar todo lo nuevo, por el siempre hecho de serlo, y a atrincherarse en un pasado idealizado que nunca fue tan bello como se recuerda. Cada generación tuvo, tiene y tendrá sus mentes brillantes y sus zoquetes, sus buenas y sus malas personas. por supuesto. Pero, puestos a generalizar, la de mi prima me parece una generación más tolerante, mucho más abierta de mente, más comprometida, con un inmenso sentido de la justicia y con la ilusión arrolladora que todos hemos tenido de jóvenes, pero que al parecer sólo valoramos cuando somos nosotros los que la tenemos. Por supuesto, también están mucho mejor formados. Han nacido con tablets y smartphones, ven series y escuchan canciones en inglés desde pequeños y tienen una gran creatividad. Generalizo, claro, pero puedo dar fe de que hay jóvenes así.


Viene esto a cuento del surrealista artículo publicado ayer por Antonio Navalón en El País titulado Millennials: dueños de la nada. En él,  Navalón viene a sostener lo mismo que, desde Sócrates, antes o después todas las generaciones defienden, que la suya es infinitamente mejor que la siguiente, que está destrozando su hermoso legado y que no tiene valores.  Ante algo que no se conoce quedan dos opciones: intentar comprenderlo o despreciarlo. Navalón, por supuesto, se ha quedado con la segunda opción, aunque, tras la polémica e indignación que provocó su artículo, al parecer ha rectificado algunas de sus ignorantes aseveraciones.

El artículo de Navalón, que no tiene desperdicio ni el menor sentido, es representativo de aquellas personas que se empeñan en pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero en realidad no lo fue, es sólo que ellos lo recuerdan así sencillamente porque eran más jóvenes.  Para empezar, no sé si la generación de mi prima tendrá la capacidad de causar una crisis tan devastadora como la que los millennials hemos heredado de la generación de este buen hombre, que pese a ello se dedica a pontificar sobre la ausencia de valores de los jóvenes y afirma que parece que tenemos todos los derechos y ninguna de las obligaciones. Sería absurdo culpar a todas las personas de su generación de la crisis, tanto como decir que todos los millennials somos irresponsables y no tenemos más interés que los me gusta en Instagram (por cierto,  Navalón recomienda que se le siga en Instagram en sus artículos, de locos). 

Lo que revela este artículo es que el señor Navalón conoce a pocos millennials y no sabe nada de la precariedad galopante que sufren en sus puestos de trabajo. No sé cuántos jóvenes que han tenido que irse a otro país en busca de una oportunidad conoce este señor, cuántos que estudian y trabajan a la vez para pagarse su carrera, cuántos que trabajan muchas más horas de las que tienen por contrato, cuántos a los que se alarga de forma indecente la beca hasta el infinito y más allá... Sus palabras, además de una supina muestra de ignorancia, es una falta de respeto a todos esos jóvenes que han heredado una economía destrozada. Llega a decir que nadie nos va a pagar nada, como si no supiéramos que nosotros estamos pagando las pensiones de otra generación (igual que ella, a su vez, pagó la de la anterior) y que la nuestra tiene muchas papeletas de ser la que pague los platos rotos de un sistema de pensiones quebrado. 

También menciona Navalón en su artículo, nostálgico, cascarrabias, que la movilización de los jóvenes en el mayo del 68 francés fue ejemplar. Pero seguro que piensa que cualquier protesta juvenil actual es obra de perroflautas desocupados, ya que no es poca la movilización de los jóvenes por tantas causas justas en nuestros días. Sólo que para percatarse de ello es necesario mirar al presente un poco, en lugar de mirar al pasado o, como mucho, al ombligo. Afirma este señor desde su púlpito en el diario El País que no existe constancia de que los millennials hayamos sido educados "con los valores del civismo y la humanidad". Obviamente eso es un comentario de barra de bar, muy de cuñado. Pero, suponiendo que así fuera, ¿qué generación se supone que debería habernos inculcado esos valores, señor Navalón? 

Por cierto, la fotografía que ilustraba el artículo de este buen hombre en El País era la imagen de unos jóvenes con monopatines. Alguien debió de pensar que era insultante ilustrar una opinión rancia que dice que los millennials no tienen valores con esa imagen, teniendo en cuenta que se acaba de enterrar a Ignacio Echeverría, un joven con tantos valores que se enfrentó, precisamente con un monopatín, a los terroristas que perpetraron el última atentado en Londres, lo que le costó la vida. Igual sí hay algún joven con valores. 

También se pregunta el señor Navalón qué ideas han inventado los millennials. Quizá no le sirven con varias de las empresas más grandes del mundo que han cambiado nuestra forma de comunicarnos. Entendemos que este buen hombre añora los tiempos en los que la opinión era propiedad exclusiva de un grupo reducido de hombres (casi siempre hombres, raras veces mujeres) que, como él, hablan de lo humano y lo divino en los medios tradicionales, con especial saña de aquello que desconocen. Pero ese tiempo pasó, afortunadamente, por mucho que él lo eche de menos. El insultante artículo del señor Navalón causó mucho revuelo en redes sociales. Quién sabe, quizá si alguien le envía una paloma mensajera su autor se entere de la polémica. 

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