"Colossal", en La Bombilla

De Nacho Vigalondo puede esperarse cualquier cosa menos una película poco original, que recorra caminos trillados y que no sorprenda. Del autor de Los Cronocrímenes, Extraterrestre y Open Windows puede esperarse cualquier cosa, sí, especialmente, una genialidad. Y eso es exactamente lo que ofrece con Colossal, su última película, que ayer se proyectó en Fescinal, el cine de verano del Parque de la Bombilla, con un hilarante coloquio con el director después. 

Solemos abusar al hablar de películas del término "inclasificable", el mejor elogio posible para un filme, pero pocas veces tiene tanto sentido emplear ese adjetivo que con Colossal. Mezcla muchos géneros el autor en esta cinta. No lo hace como se mezclan los distintos ingredientes de un guiso, incorporándolos todos juntos en la olla armoniosamente, sino más bien destrozándolos en la batidora, reventando todo convencionalismo. Y lo que surge es, sí, una película totalmente inclasificable, delirante, inteligente, de fuegos artificiales y de reflexiones, de personajes y de batallas. Una precisa aproximación a las relaciones humanas en el siglo XXI y un divertimento. Todo a la vez, sin que se imponga ninguna. Lo único que no negocia Vigalondo es el excepcional sentido del ritmo que tiene en sus filmes. Jamás cae  en el aburrimiento, porque nunca deja de sorprender.


Se presenta como una película fantástica de monstruos, y lo es, pero sólo un poco. Es, a la vez, una historia grande y una pequeña, una cinta de catástrofes y otra de disyuntivas personales, de escenarios colosales y de escenas íntimas. Comedia y drama, una historia de redención, incluso una cinta marcadamente feminista (aunque no lo busque expresamente), de monstruos gigantescos, pero también de esos monstruos internos contra los que todos combatimos. Es una genialidad, una historia rompedora y original. Una película de Nacho Vigalondo. La historia comienza cuando Gloria (Anne Hathaway) rompe con su novio Tim (Dan Stevens). Bueno, más bien cuando éste le echa de casa, cansado de sus juergas permanentes, de no pasar con ella más tiempo que el que duran sus resacas. La protagonista, un auténtico desastre pero que no tolera que nadie la domine ni diga lo que debe o no hacer, vuelve a su pueblo, para intentar reconstruir un poco su vida, pero una extraña conexión entre ella y un monstruo que destroza Seúl se lo pondrá difícil. 

El personaje de Gloria es fabuloso. No es de extrañar que Anne Hathaway se enamorara del guión, como contó Vigalondo en el coloquio de anoche. La actriz buscaba papeles que rompieran lo que se podría esperar de ella, una de las grandes estrellas de Hollywood, y se encontró con un papel que no sólo rompía con ello, sino con casi todo lo que se puede ver hoy en el cine. La cinta nació como una historia española (se iba a titular Santander), pero el apoyo de Hathaway, que recibió el guión porque comparte agencia con Vigalondo en Estados Unidos, lo cambió todo. No sólo pudo rodar esta historia surrealista y disparatada, es que además pudo hasta hacer un cásting de financiación con distintas propuestas. "Es la trama más locas de mis películas, aún no me lo creo", contó el director. 

Un espectador le dijo al director anoche que es el mejor papel femenino en el cine en mucho tiempo y que no era habitual ver personajes de mujeres así escritos por un hombre blanco heterosexual. "Hombre y blanco soy, lo otro ya lo estamos intuyendo", respondió Vigalondo, que respondió medio en broma, medio en serio (¿acaso hay alguna diferencia?, se preguntaba Pla). Después dijo algo muy inteligente. Contó que, si escribir un personaje de mujer es para un director como escribir en otro idioma, eso dice bastante de su pobre vida. "Lo raro es que escribir un personaje femenino parezca un reto. Ella está muy inspirada en algunos momentos de mi vida. No tengo por qué transformar la dialéctica de un personaje porque sea muy mujer. No me veo tan distinto de algunas de mis amigas", contó. Amén. 

El coloquio dio mucho juego. Fue hilarante la conversación con un chaval de 16 años que le preguntó, bromando, qué se había metido para hacer esta película. Contestó Vigalondo que le molesta que se asocie el consumo de drogas con la creatividad, y que si es así, que la gente se drogue en masa para crear grandes películas. "Prefiero que no te drogues, la verdad, pero si lo haces no digas que yo te di la idea en Fescinal", soltó. También confesó que encuentra dos pequeños gazapos en la cinta y dijo algo que habla muy bien de él, que "la opinión del director siempre va a valer menos que la de un espectador, porque éste la ve con perspectiva". Tras ser preguntado, infructuosamente, por el tema de la película ("no me gusta plantearme las películas en esos términos"), contó (ojo que aquí va un mini spoiler) que quería mostrar una historia de acoso sin el componente sexual de por medio, una historia de una mujer que es víctima, pero que no actúa como tal en toda la cinta. También contó que ha aprendido mucho en los pases con público de la película, previos a su estreno. 

Fue, en fin, una noche excepcional (con un rodaje cerca, para redondear el espectáculo, por cierto), a la que sólo le pondría el pero de que la cinta se emitió doblada y no en versión original. Sin noches como la de ayer en el Parque de la Bombilla no hay verano en Madrid. Si encima comparte sus reflexiones con los espectadores un genio como Nacho Vigalondo, la fiesta es completa. 

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