¡Gracias!

Oro en el Mundial de 2006, plata en los Juegos Olímpicos de 2008 y 2012, bronce en Río 2016, tres victorias en el Eurobasket (2009, 2011 y 2015), tres platas (1999, 2003 y 2007) y tres bronces (1991, 2001, 2013 y 2017). Si no me dejo ningún triunfo, que probablemente alguno habrá bailado entre tantos éxitos, este es el glorioso palmarés de la mejor generación de la historia del baloncesto español. La selección española de baloncesto, la ÑBA, los chicos de oro, conquistaron ayer una nueva medalla en el Eurobasket, un bronce peleado contra Rusia, tras superar el varapalo de la derrota en semifinales ante Eslovenia, equipo que finalmente ganó el torneo ayer en su final ante Serbia. Fue un nuevo triunfo de una generación irrepetible y, sobre todo, el adiós de uno de sus grandes héroes, Juan Carlos Navarro, que disputó su último partido con el combinado nacional, y fue manteado por sus compañeros al final. 



Hablamos de jugadores de primer nivel, estrellas en sus equipos de la ACB o, cada vez más, de la NBA. Hablamos de hombres que lo han ganado todo, pero que se siguen animando cada verano a juntarse con un grupo de amigos con el que llevan años haciendo historia. Hablamos de un grupo de chavales que se divierten en la pista, de un grupo de compañeros que han convertido lo extraordinario en normal, lo excepcional en una rutina. Cuentan, casi de forma perfecta, por medalla sus participaciones en campeonatos internacionales. Siguen ganando, pero no pierden la ilusión ni las ganas. Vuelven a verse las caras en verano. Para dominar en los Eurobasket, para hacer historia en el Mundial o para plantar cara a la todopoderosa selección de Estados Unidos en los Juegos Olímpicos. 

Pau Gasol ha sido desde el comienzo, y lo sigue siendo ahora, el líder indiscutible de la selección. El jugador más determinante, el que desatasca los partidos que más se complican y el que atemoriza a los rivales. Es el mejor jugador de baloncesto de la historia de España. Inapelable. Imponente. Insuperable. Portentoso. Arrollador. Él es la fuerza bruta, la regularidad insultante, el dominio salvaje en la zona. Pero Navarro es la magia, los triples inesperados, las bombas, el talento desbordante. Navarro es el chispazo que nos hace frotarnos los ojos ante sus canastas imposibles, la confianza en que cualquier tiro suyo entrara, llegue desde donde llegue (es el jugador con más triples en la historia de la selección). 

Gasol es el abusón de la cancha del cole, el que arrolla, el que no da opción a sus rivales, el que asusta. Navarro es ese chaval ágil que hace cosas imposibles, el que parece un mago bordando un truco delante de tus narices. Naturalmente, ha tenido momentos mejores y este Eurobasket de su despedida no hemos visto al mejor Navarro. Poco importa. Se marcha una leyenda, el otro gran pilar de la selección, junto a su inseparable Pau. Se va La Bomba. Se marcha el otro Juan Carlos I, el otro monarca, el otro rey, ese al que animan y admiran hasta los republicanos. Se va uno de los jugadores de baloncesto más talentosos que hemos conocido. Lo hace con un palmarés excepcional, con 10 medallas con la selección. Ya nada será igual sin él. Hay jugadores dispuestos a tomar el relevo, claro, pero la despedida de Navarro es el primer aviso serio de que esta generación dorada del baloncesto español toca a su fin. 

Quizá hace falta que pase mucho más tiempo para que valoremos en toda su magnitud lo que estos jugadores han conseguido. Los incontables grandes momentos frente la televisor, tantas hazañas, tantas exhibiciones, tantos partidos peleados hasta el final, tantos sueños convertidos en realidad, tantas aficiones al basket despertadas gracias a sus logros. Sólo queda decir gracias, gracias, mil veces gracias. Gracias por tanto a Navarro y compañía. Gracias por ser irrepetibles

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