Niebla en el Mont Ventoux y otras historias de ciclismo

El ciclismo, con su épica, su esfuerzo agonístico, las historias de superación de corredores profesionales y cicloturistas, las batallas contra uno mismo más que contra los demás o el ritual de tantas personas que entienden la bici como una forma de estar en el mundo y de ver la vida, es un deporte especialmente propicio para los relatos. Siempre decimos en el blog de ciclismo que este deporte se parece mucho a la vida. Y la literatura, los relatos, las historias, se nutren fundamentalmente de la vida. Hay retazos de vida, de la vida de un ciclista, de un amante de este deporte, en Niebla en el Mont Ventoux y otras historias de ciclismo, un encantador libro del holandés Wilfried de Jong, que entremezcla sus experiencias personales como ciclista aficionado con historias de ficción y relatos de grandes  corredores de este deporte. 

Escribe el autor del ciclismo desde el respeto y la veneración a todos los corredores, pero no esquiva las partes menos agradables de este deporte, como la lacra del dopaje, que tanto daño ha hecho a su imagen. Narra las historias con un estilo directo, transmitiendo pasión. Hay varios relatos particularmente bellos. Es especial con el que comienza el libro, relatando cómo celebró su 50 cumpleaños: subiendo en bicicleta al Mont Ventoux. Cuenta todas las adversidades que sufrió, cómo se fue levantando la niebla en esa mítica cumbre, que da título a la obra. También son especiales otros relatos sobre aventuras ciclistas, como la del autor rodando en solitario por Nueva York, admirando la ciudad de los rascacielos en compañía de una bicicleta de alquiler, antes de encontrarse con un personaje peculiar, o aquel otro en el que un cicloturista es socorrido por un motorista que se marcha apresurado al hospital porque su mujer está de parto. 


El autor también cuenta historias de corredores profesionales, como Gino Bartali, a quien vistió ya retirado. El gran campeón italiano le recibe en una habitación llena de recuerdos de su carrera. "Ahora se pasea bajo las vigas inclinadas del desván y contempla cada copa, cada corona de laureles, cada diploma y cada bicicleta de carreras con el amor con el que un abuelo mira a sus nietos". Es conmovedor el relato dedicado a Marco Pantani, El Pirata, fallecido demasiado joven. Cuenta el autor su despedida, rodeado de una multitud de aficionados al ciclismo que lloran a su héroe. "No hay ningún mausoleo aislado para Pantani. El nicho número 262 está vacío; el 262 se convertirá en su último dorsal. Así es el sobrio final para el héroe del ciclismo. Yacerá a tres metros de altura, justo encima de Sotero Pantani, su abuelo, fallecido en 1992". 

También rememora el último adiós a Fausto Coppi, otra leyenda italiana del ciclismo. "Castellania se convirtió en un lugar de peregrinación. Meses después de la muerte de Coppi, unos aficionados franceses llevaron hasta el pueblo cajas con tierra del Col du Galibier y el Col d'Izoard. Si Coppi yacía bajo tierra, seguro que reconocerá el barro de alrededor que había pisado con los tubulares de su Bianchi". Muestra el autor una especial predilección por los grandes ciclistas italianos. Si del ciclismo puede decirse que es un deporte propicio para ser relatado, lo mismo pero al cuadrado o al cubo cabe decir del ciclismo en Italia, donde el deporte se eleva a otra dimensión. 

Ayer se disputó el Mundial de ciclismo de Bergen, con la victoria de Peter Sagan, quien sumó su tercer título mundial consecutivo. Esta carrera, que suele ser la más intensa del año, es también una de las más largas, con más de 250 kilómetros de recorrido. Se emite íntegra (en Eurosport, no en Teledeporte, que ayer se olvidó de la prueba) y, naturalmente, su primera parte no es la más apasionante y agitada del mundo, ya que se suelen formar escapadas cuyos componentes saben que no tendrán opciones de victoria, mientras las selecciones más fuertes controlan la carrera. Viene esto a cuento por otro de los relatos de De Jong, que habla sobre el Mundial disputado en Madrid de 2005. Escribe el autor una reflexión muy precisa sobre el ciclismo, que le copiaremos cada vez que alguien nos intente hacer de rabiar diciendo que utiliza el ciclismo para echarse la siesta. "En la televisión dejaron caer la palabra 'aburrido'. ¿Un campeonato del mundo aburrido? Jamás. En la música clásica nos parece lo más normal del mundo que haya un preludio. El juego preliminar va arrastrándote casi solapadamente hasta llegar al clímax". Nada que añadir. 

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