Madrid, invitada en la Feria del Libro de Guadalajara

Ganarás la luz, el título del libro que León Felipe publicó en su exilio en México en 1943, es el eslogan elegido por Madrid para su participación este año en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara (México), el más destacado evento de las letras en español del mundo. Madrid es la ciudad invitada. Ya lo había sido España y varias regiones de acá, pero nunca antes una ciudad, a excepción de Los Ángeles, en 2009. Madrid se ha volcado con su presencia en esta fiesta de las letras y no es para menos. La invitación especial a Madrid sirve también para celebrar la ciudad del Barrio de las Letras, allí donde vivieron Cervantes, Góngora, Quevedo y Lope de Vega, entre otros; la ciudad que cada primavera inunda de libros el parque del Retiro; la ciudad que vibra con la cultura; la que acoge a todos sin preguntar de dónde vienen. 


El viernes pasado, El Cultural publicó un especial delicioso sobre la FIL y la presencia de Madrid en la feria. La revista literaria pidió a varios autores que expresaran qué es para ellos Madrid. Con textos breves, contaron lo que más les gusta de la ciudad y lo que menos, lo que significa para ellos esta villa que, en perfecta definición de Almudena Grandes, es "una ciudad muy hermosa que ignora su belleza, y de la que todo el mundo dice que quiere marcharse, pero de la que nadie se marcha jamás". Madrid ha tenido siempre quien le cante, aunque no han faltado quienes, asociándola con cuestiones políticas, la ha despreciado, usando el nombre de la ciudad como sinónimo de casi todos los males. Escribió Muñoz Molina en Todo lo que era sólido algo así como que en España, donde tan desarrollados están los sentimientos de cada región, de cada ciudad, hacer cualquier crítica a algún aspecto de una localidad o de una Comunidad Autónoma es casi sinónimo de ser vapuleado, salvo que se critique a Madrid, en cuyo caso estás a salvo. 

Y es eso lo que más atrae de Madrid. No habrá legiones que salgan a defender sus esencias o su identidad. Sencillamente porque nadie es de Madrid. O, mejor, lo es quien quiere serlo, independientemente del lugar de nacimiento, del tiempo que lleve en la ciudad o de sus gustos. Hay un Madrid para todo aquel que llega a esta ciudad hermosa y abierta. Por supuesto que Madrid tiene defectos, pero uno los ve como los defectos de un ser querido, de los que se es perfectamente consciente, claro, pero a los que siempre restamos importancia, porque algo tiene esta ciudad, algo encantador, hipnótico, que la hace irresistible. Y la presencia de Madrid en la FIL es una buena excusa, como otra cualquiera, para alabar a una ciudad tantas veces criticada, en especial, por quienes no lo conocen. 

Hablaba el otro día, con motivo precisamente de esta invitación a la ciudad en la prestigiosa feria literaria mexicana, de Madrid. Una amiga me decía que cada está más desencantada con la ciudad, con sus aglomeraciones. Lo comprendo. Pero creo que nunca lo compartiré. Soy consciente de que aquí hay mucha gente, cada vez más. De la contaminación insoportable. De los largos trayectos para llegar casi a cualquier sitio. Pero luego compensa la vida de Madrid. Compensa tener siempre mil planes al alcance de la mano. Compensa vibrar con el ritmo de una ciudad algo histérica y excesiva, pero encantadora y acogedora. Cuando viajo a ciudades más pequeñas pienso siempre en la calidad de vida que se debe tener en ellas, lo sé. Pero, si puedo elegir, nunca me marcharía de Madrid. Con su locura, con sus múltiples defectos, como cantaba Ismael Serrano, sigo sintiéndome afortunado por volver siempre a Madrid. 

Acude la ciudad a la FIL con un buen número de escritores, pero no sólo, a la cita con las letras, que nos recuerda cada año por estas fechas la conexión que el español nos permite tener con tantos millones de personas al otro lado del charco. Es un acierto que, junto a novelistas y poetas, acudan también a la fiesta literaria artistas, como Vetusta Morla, o autores de teatro, como Juan Mayorga. Porque esta concepción amplia y nada estrecha de las letras y la literatura no es sólo bienvenida, es sencillamente la única posible. El teatro es literatura, de primer orden, como lo son los poemas cantados de tantos autores de letras que juegan con el lenguaje con el mismo mimo que poetas o novelistas. La FIL acoge también este año un espacio dedicado al cómic, otro espacio de la literatura, con frecuencia, injustamente olvidado. 

Recibirá un premio en esta feria Emmanuel Carrère, el autor de El Reino, de Limónov o de De vidas ajenas, entre otras obras de no ficción en las que el escritor francés se sumerge en historias incómodas en las que se expone por completo, en las que profundiza con un estilo directo, algo áspero en ocasiones, del todo hipnótico. Uno de esos escritores de los que uno sabe que podrá esperar cualquier cosa, cualquier temática, cualquier trabajo, menos un libro anodino que deje indiferente al lector. Guadalajara acoge, en fin, hasta el próximo domingo, uno de los mayores eventos literarios del mundo, que nos sirve para recordar que las novelas y las obras de teatro cruzan el Atlántico con facilidad, y que permiten estrechar lazos de forma duradera. El mundo de las letras mira a México estos días y allí, en lugar destacado, Madrid promete ganar la luz a los visitantes de la FIL

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