Resumen cultural del 2017 (III): Música

El otro día hablaba con unos amigos de música y, de pronto, me vi atrapado en una encerrona atacado por todos los frentes: cansautores, llegaron a llamar a los cantautores y, lo que es peor, se criticó a Sabina. Cantautores y Sabina, básicamente, mi 2017 musical. Lo que soportamos por los amigos. Sabina no se discute, no es debatible. Y menos este año, en el que el madrileño nacido en Úbeda ha lanzado Lo niego todo, sú último disco, el mejor trabajo del maestro en más de una década. De la mano de Leiva y Benjamín Prado, ha vuelto con este trabajo el mejor Sabina. Algunos de los temas incluidos en el disco, como la excepcional Lágrimas de mármol, Posdata, Por delicadeza o el propio Lo niego todo, están a la altura de las mejores canciones de Sabina, lo cual es mucho decir teniendo en cuenta que hablamos del juglar moderno, del autor de tantos temas inolvidables, que contienen la vida entera. 


Lo mejor del nuevo disco de Sabina, además de descubrir que de él aún se pueden esperar nuevos temas de enorme nivel, es que podemos volver a disfrutar en directo de él y su familia de los escenarios. Por partida doble este año, en el Palacio de los Deportes de Madrid, donde el artista se reafirmó negándolo todo "incluso la verdad, la leyenda del suicida y la del bala perdida, la del santo beodo", y en el BEC de Bilbao, donde la fiesta empezó con Cuando era más joven, cantando el poeta aquello de "cuando era más joven viajé en trenes sucios que iban hacia el norte". 

No en trenes, sino en buses, y no sucios, he viajado mucho hacia el norte este año. Y allí he disfrutado también de Marwan. Su disco, Mis paisajes interiores, es otro de los trabajos más apasionantes del año. Hace años que conozco al cantautor, pero nunca antes lo había visto en directo, un error que enmendaré cuantas veces pueda en adelante. De sorpresa, sin querer, como ocurren las cosas que más valen la pena en la vida, di de pronto con una amiga en la Fnac de Donosti con la presentación del disco de Marwan. Interpretó tres de los temas de su nuevo trabajo. Y quedamos en shock. Fue una especie de epifanía. Metáforas explosivas, versos que estallan en la cabeza, letras escandalosamente buenas. 

Por seguir en el norte, acudimos meses después a un concierto de Marwan en la sala Stage de Bilbao. Dos horas de concierto, de poesía cantada, de emociones, de sensibilidad, de ternura, de empeño por "disparar contra la realidad". Fue una noche excelente, una de las mejores del año, una de las más memorables de siempre. Escuchar a la sala bilbaína vibrar con Puede ser que la conozcas, la canción de amor a Madrid de Marwan; asentir con las verdades de La vida cuesta o Renglones torcidos; cantar cada tema conocido; descubrir alguno nuevo. Fue una noche excepcional de la que salimos todos decididos a "seguir viviendo rompiendo las cadenas, perder el autobús que lleva a la impaciencia". Una maravilla. El 12 de enero Marwan tiene una cita con Madrid, con esa "mujer que no conoce el mar", en el Palacio. Allí estaremos. 

Completan el 2017 musical Andrés Suárez, que presentó en el Teatro Philips Gran Vía junto a Rozalén y Funambulista su nuevo disco, Desde una ventana, en el que combina sus dos almas, la acústica y la del bandón; la más pausada y la más animada; ambas con lirismo y verdad; Luis Ramiro, a quien vi varias veces en la sala Galileo y en Libertad 8; y Marino Saiz, violinista de los cantautores, que demostró con la gira de su disco que es cierto eso que canta de "aquí hay más de lo que ves". Fue un placer disfrutar su arte en Libertad 8, en la sala Fizz de Barcelona y en su fin de gira en Galileo, ese templo donde tantas noches memorables he vivido, donde tantas están por venir

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